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​¿Estás dormido en el silencio?

Tu voz no alcanza, como antes, a profanar las tierras del arte.

En el eco eterno y vacío de tu ausencia te esperamos atentos,

retorciéndonos las manos en la ansiedad del tiempo.

¿Estás soñando con partituras perfectas

que bauticen el universo de sensaciones nuevas?

Tu exigencia amerita el reconocimiento de la excelencia,

mientras tu mente forja canciones que rebotan en lo acústico de una habitación blanca y triste, surcas despacio los senderos oscuros que te esconden las puertas de la liberación.

¿Estas dormido? Mi mente te imagina consciente de todo cuanto te rodea,

sólo tus parpados traicioneros te separan del afuera.

Tu garganta se llena de dulces notas acumuladas y tus pupilas claras añoran la poesía lumínica del sol.

Se requiebran sedientas las cuerdas nobles de tu guitarra mágica,

anhelando la caricia suave de tus dedos,

como mujeres despechadas, lloran congeladas la abstinencia de tu cuerpo

y penando en silencio se sujetan del recuerdo.

¡Calla con tu fuerza los oscuros presagios de los que no creen en milagros!

Si la fe te ata a este mundo, si lo audaz de tu alma sacude probabilidades médicas, destroza con una palabra breve las intenciones oscuras de la muerte.

Escapa de la tiniebla que se empeña en abrazarte, corre, burla las limitaciones a las que quieren atarte, libérate, huye, despierta,

abraza a tu madre y canta…