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Ríos de soledades vuelcan en mí su cauce tempestuoso

revolviendo las orillas de mis ansias,

aguas profundas de males traicioneros

arraigan más al suelo las rocas de mi esencia.

 

Sedimentos como dagas arrastra la corriente cuando pasa,

pule, forja y lava, calma heridas con su agua clara,

pequeños remolinos que me abrazan,

me sumergen, me desbordan, pero indomable mi ser siempre escapa.

 

Ínfimas burbujas de recuerdos efervescentes, se deshacen en la inconsistencia

de lo que no es real,

explotan vacías de verdades y se pierden en el torrente de lo concreto

alivianando las aguas, purificando la carga.

 

El cielo claro acuna mis soles, templando mi vida de calma,

el camino lo surcan mis sueños abrazando el caudal de mis ganas,

me vuelvo impetuosa, fértil y eterna,  manantial que rebalsa y estalla.

 

Tu calor evaporó las lagrimas que hacían saladas mis aguas, ahora fluyo dulce y completa,

fuerte para atravesar montañas, avasallante para derribar murallas,

entre tus manos se decantaron las penas,

hoy pura desemboco en tu alma.