Seleccionar página

¡Vamos! Tómate fuerte de la mano de tu niña eterna y saquemos nuestras almas a pasear por los lugares que fueron nuestros.

Muéstrame de nuevo la impaciencia de tu andar inquieto, la prisa de tu espíritu travieso, desafiando al tiempo.

Agárrame y simplemente juguemos. ¡Ahora, rápido!… antes de que nos desencontremos…

Tu y yo rompamos juntos el silencio con las viejas carcajadas. Grabemos, otra vez, a fuego nuestros pequeños momentos. Invéntame recuerdos llenos de abrazos nuevos, de complicidades perdidas que se nos escurrieron entre los dedos. Déjame llenarme de tu sonrisa pequeña; encandílame con el brillo de tus ojos tiernos. Grita fuerte mi nombre y que se detenga el tiempo. Recuperemos lo que nunca sucedió, engañemos a la tristeza vistiéndola de esperanza. Llenemos los espacios vacíos para que no opaquen al recuerdo. Vivamos todo cuanto no tuvimos, empujemos todo que no llegó nunca a ser nuestro.

Háblame de un orgullo que desborde tus pupilas, tranquiliza mis ansias de saber que soy el resultado de tus sueños. Quiéreme despacio, pero quiéreme sincero. Hazme grande desde mi sombra hasta tu reflejo, ama los defectos que son tanto míos como nuestros. Apaga las heridas que arden en lo más hondo de mi pecho. Háblame tierno, háblame lento… Colma mis oídos con un mensaje de tu voz que logre hacer un refugio donde encontrarte siempre. Haz que tus manos inmensas me protejan de la angustia de alejarnos sin llegar a leernos por completo.

Mírame así, como yo te veo, con los ojos que pueden reinventar motivos para justificar lo que no fue suficiente. Dibujemos un cielo azul, un mar manso que duerme en una playa tranquila, con tu sombra y la mía compartiendo charlas infinitas, cómplices de nuestros picaros secretos.

Recojamos juntos las lágrimas de ambos, las tuyas y las mías derramadas por el suelo. Enjuaguemos las penas, repitamos el perdón y mirémonos como aquel día, cuando supimos que estaba todo dicho y aun así nos seguíamos queriendo.

Cántame… graba tu voz por siempre en mis oídos, para que pueda escucharte mañana en el silencio dormido. Abrázame fuerte, miénteme y dime que siempre estarás conmigo.

¡Vamos! ¿Qué esperas? Apresúrate que nos corre el tiempo, que nos gana el alba. ¡Rápido que se me escapa el sueño entre la almohada…!

Aquí estoy, como ayer, como ahora, como después; con mi ser, con mi alma, con el inmenso amor inexplicable del que espera sin recibir nada… con mi mano extendida, con los ojos temblorosos, con la voz quebrada, con el miedo abrazando la calma…