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A un año de la tragedia del Ara San Juan, estas palabras van dedicadas a los tripulantes, a sus familiares y amigos y a todos los que cómo yo, esperamos que haya respuestas, justicia y no olvido…

Desde las profundidades de un agua oscura y fría, me parece escuchar tu voz. Una voz que me nombra y me dice que no deje de buscarte. Que las tinieblas y el gélido mar que te rodea, abrazan tu alma y no permiten tu descanso. Te sientes sólo, aún en la agónica compañía yerta de los otros tantos, que como tú, perecieron en la vana espera de la ayuda de una nación que te ha abandonado. Te escuchó nombrando a tus hijos que te extrañan, a tu mujer que te llora, a tu madre que te ansía, a tu padre que te sueña, a tu cama vacía… te escucho todavía, clamando a gritos por justicia, por que se enaltezca tu nombre y tu servicio a la patria por la que entregaste la vida.
Las olas de un mar inmenso, sacuden tu memoria y mis recuerdos… tan poco vale la vida? Te escucho murmurar en los abismos infinitos y profundos de ese mismo territorio al que protegías. Cruel el destino de tu incógnita presencia sumergida, desgarrador el misterio que te arrastró por aguas pedidas…
Así tiene que ser el final? Sin respuestas? Sin condenas? Con velas encendidas frente a una fotografía? Con flores echadas a la corriente que nunca te cubrirán con su aroma? Es el olvido del lecho marino tu tumba? Tan poco ha válido todo éste sacrificio?
No! No, mi niño! No, mi hijo; mi esposo; mi padre; no mujer valiente, que desfilaste los obstáculos para alcanzar tu puesto con honores! No compañeros! No, patriotas valientes!
Aunque no dejó de pensarte, de nombrarte. Aunque mis lágrimas no dejen de aumentar el caudal de ese mar que te tiene en alguna parte escondido; mientras viva te seguiré buscando, te seguiré esperando, soñándote y jurándote, día tras día, que jamás serás olvido. Porque el olvido jamás te traerá esa paz que ansías, el descanso eterno, ni la justicia merecida!

Para todos ellos, mi más profunda admiración, mi respeto y mi pedido de justicia!